martes, 1 de marzo de 2016

NO ES NADA DE TU CUERPO

    No es nada de tu cuerpo,
    ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
    ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
    fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
    No es tu boca -tu boca
    que es igual que tu sexo-,
    ni la reunión exacta de tus pechos,
    ni tu espalda dulcísima y suave,
    ni tu ombligo, en que bebo.
    Ni son tus muslos duros como el día,
    ni tus rodillas de marfil al fuego,
    ni tus pies diminutos y sangrantes,
    ni tu olor, ni tu pelo.
    No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
    triste luz descarriada, paz sin dueño,
    ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
    ni las ojeras que te deja el sueño.
    Ni es tu lengua de víbora tampoco,
    flecha de avispas en el aire ciego,
    ni la humedad caliente de tu asfixia
    que sostiene tu beso.
    No es nada de tu cuerpo,
    ni una brizna, ni un pétalo,
    ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

    es sólo este lugar donde estuviste,
    estos mis brazos tercos.

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