lunes, 4 de enero de 2010

TAN JOVEN Y TAN VIEJO


Lo primero que quise fue marcharme bien lejos,
en el álbum de cromos de la resignación
pegábamos los niños que odiaban los espejos
guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.

Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que a su antojo dispusiera de mí...
ella me dió las llaves de la ciudad prohibida
yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.

Así crecí volando y volé tan deprisa
que hasta mi propia sombra de vista me perdió,
para borrar mis huellas destrocé mi camisa,
confundí con estrellas las luces de neón.

Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos,
sobre el banco de un parque dormí como un lirón;
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
más de un beso me dieron (y más de un bofetón).

Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,
lo que sé del pecado lo tuve que buscar
como un ladrón debajo de la falda de alguna
de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.

Así que, de momento, nada de adiós muchachos,
me duermo en los entierros de mi generación.
Cada noche me invento, todavía me emborracho,
tan joven y tan viejo... like a rolling stone.

SIETE CRISANTEMOS

Si alguna vez he dado más de lo que tengo
me han dado algunas veces más de lo que doy,
se me ha olvidado ya el lugar de donde vengo
y puede que no exista el sitio adonde voy.

A las buenas costumbres nunca me he acostumbrado,
del calor de la lumbre del hogar me aburrí,
también en el infierno llueve sobro mojado,
lo sé porque he pasado más de una noche allí.

En busca de las siete llaves del misterio,
siete versos tristes en una canción,
siete crisantemos en el cementerio,
siete negros signos de interrogación.

En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas
y mucha golondrinas huyen de la ciudad,
el asesino sabe más de amor que el poeta
y el cielo cada vez está más lejos del mar.

Lo bueno de los años es curan heridas,
lo malo de los besos es que crean adicción;
ayer quiso matarme la mujer de mi vida,
apretaba el gatillo... cuando se despertó.

Me enamoro de todo, me conformo con nada:
un aroma, un abrazo, un pedazo de pan
y lo que buenamente me den por la Balada
de la Vida Privada... de Fulano de Tal.