viernes, 11 de diciembre de 2009

DONDE HABITA EL OLVIDO

Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior,
"demasiadas cervezas",
dijo al ver mi cabeza
al lado de la suya en la almohada...
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
"llámame un día".
Desde el balcón la vi
perderse en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido...
una vez me contó
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un Peugeot
y aquellos ojos
miopes,
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón,
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí
por no saber decir:
"Te necesito".
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó
un amigo común que la vio
donde habita el olvido.